La Organización Mundial de la Salud (1982) define el término neuroplasticidad como la capacidad de las células del sistema nervioso para regenerarse anatómica y funcionalmente, después de estar sujetas a influencias patológicas ambientales o del desarrollo, incluyendo traumatismos y enfermedades.

La plasticidad neuronal, también llamada neuroplasticidad, plasticidad neural o plasticidad sináptica, es la propiedad que emerge de la naturaleza y funcionamiento de las neuronas cuando éstas establecen comunicación, y que modula la percepción de los estímulos del medio, tanto los que entran como los que salen. Esta dinámica deja una huella al tiempo que modifica la eficacia de la transferencia de la información a nivel de los elementos más finos del sistema. Dichas huellas son los elementos de construcción de la cosmovisión, en donde lo anterior modifica la percepción de lo siguiente.

La programación que se forma por pensamientos, comportamientos negativos, etc., puede cambiarse. Las neurociencias han dado origen al concepto de neuroplasticidad, que no es otra cosa (según comenta Stella Maris Maruso, en su libro El Laboratorio del Alma) que la habilidad natural del cerebro para formar nuevas conexiones.

Tenemos el poder de desconectar y reconectar nuestras neuronas, desarticular y formar nuevas redes de pensamiento. Vimos cómo nos hacemos adictos a nuestros estados emocionales, pero, la buena noticia es que, también podemos generar nuevos receptores de los péptidos que se correspondan a estados emocionales saludables, creando nuevas redes neuronales con sólo enfocar nuestra atención en un pensamiento.

En cada nueva experiencia, una nueva conexión sináptica se establece en nuestro cerebro con cada sensación, visión o sentimiento nunca antes explorado. Se crea una nueva conexión entre dos de las más de cien millones de células cerebrales. Si la experiencia se repite en un lapso relativamente corto, se fortalece, si no lo hace en un largo período, la conexión se debilita o se pierde.

Esta plasticidad del cerebro, o sea, la capacidad de cambiar su forma física, constituye una de las propiedades más asombrosas en el campo de la neurobiología.

Las emociones y los recuerdos, ya están codificados en redes neuronales y éstas conectadas al hipotálamo. Podemos salir de este circuito, lo que tenemos que hacer es activar nuevas redes y los químicos, comenzarán a fluir internamente logrando el cambio que elegimos realizar.

Somos lo que pensamos y sentimos.

Los tres últimos descubrimientos de las neurociencias, cambiarán la forma de entender la naturaleza humana:

  • La innovación y el enriquecimiento de nuestra experiencia de vida, junto con el ejercicio físico, pueden activar la neurogénesis a lo largo de nuestra vida, es decir, el crecimiento y el desarrollo del cerebro.
  • Tales experiencias pueden monitorizar la expresión del gen (en minutos) en toda la extensión de nuestro cerebro y nuestro cuerpo para encauzar el crecimiento, desarrollo y curación de maneras, que, en el pasado, sólo se consideraban como milagros.
  • El tercer descubrimiento, aparece como resultado de los dos primeros. Cada vez que evocamos, que recordamos algo significativo de nuestra memoria, la naturaleza nos abre la posibilidad de reconstruirlo en un espacio genómico-molecular dentro de nuestro cerebro.

Estamos continuamente comprometidos en un proceso de creación y reconstitución de la estructura de nuestro cerebro y cuerpo, en todos los niveles, desde la mente hasta el gen.

Todo lo dicho, contribuye a un cambio de paradigma también en la medicina.

Fuente:

www.sld.cu

www.centroelim.org

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