¿Qué es el estrés?
Una forma de entender el estrés es como “el proceso que se pone en marcha cuando una persona percibe una situación o acontecimiento como amenazante o desbordante de sus recursos”. De esto podemos inferir, que no existen situaciones o acontecimientos que sean estresantes en sí mismos, y además, que el causante del estrés es la percepción que tenemos de las presiones normales de la vida diaria, y valoración de nuestros propios recursos. En este sentido, la Programación Neurolingüística tiene mucho que aportar, ya que si es posible manejar el estrés modificando nuestra percepción o mapa de la realidad y/o usando nuestras capacidades internas de forma más eficiente, con PNL podemos hacer estos cambios de forma rápida y sencilla.
Vemos también al estrés como un proceso, que normalmente surge luego de dos o más acontecimientos, que teniendo una valoración similar para nosotros se presentan a la vez. Por ejemplo, imaginemos que tenemos una actividad planificada con nuestra familia, pero luego surge un compromiso ineludible a nivel laboral, si ambos acontecimientos nos presionan o demandan nuestra presencia de la misma forma, entonces se generará una tensión entre ellas, que desembocará en la sensación de estrés. Cada vez que nos vemos en la necesidad de elegir, o se genera una situación inesperada, dependiendo de cómo interpretemos los hechos, desplegamos una cantidad de energía tal, que si no somos capaces de liberarla de alguna forma, se genera un residuo que repercutirá en nuestra fisiología, dependiendo de la intensidad de las presiones comenzaremos a sentir un corazón más acelerado, aumento de la presión sanguínea o la respiración. Si se prolonga por más tiempo, se desarrollarán diversos síntomas a nivel emocional (ansiedad o depresión), físico (insomnio o fatiga), a nivel cognitivo (falta de concentración y memoria o indecisión) y finalmente en nuestro actuar, incurriendo en actitudes autodestructivas, desde mordernos las uñas, comer más de la cuenta o menos de lo necesario, hasta fumar compulsivamente o usar otras drogas, acciones que solo desembocan en más tensiones en nuestra vida.
Ahora bien, el estrés no siempre constituye un proceso negativo que hay que evitar, ya que este mecanismo de alerta ante el peligro o lo desconocido, puede servir para rescatarnos de un peligro real. Pero más importante aún, es el hecho de que cuando una o más presiones nos hacen reaccionar, nos permiten llevar a cabo acciones que en estado de relajación jamás realizaríamos, se presenta entonces, el escenario perfecto para realizar un cambio, para avanzar desplegando una serie de recursos internos. Pensemos que nos mudamos a una nueva ciudad, es un proceso que para muchos conllevaría un estado de estrés o un quiebre de su zona de confort, pero para otros puede representar el inicio de un camino de dicha y desafíos emocionantes. Desde esta perspectiva, ese estrés constituye una oportunidad excepcional para poner en marcha capacidades personales y fortalezas que nos prepararán para afrontar en el futuro nuevas presiones.
No todos nos estresamos igual
Muchos se preguntan ¿Porque ciertas personas se estresan tanto ante situaciones que otras toleran sin contratiempos? Esto tiene que ver con las características de cada individuo, y desde la Programación Neurolingüística reconocemos que las personas tenemos preferencias particulares sobre como percibimos (vemos, oímos o sentimos) elaboramos e interpretamos la información que recibimos del entorno, en este sentido la PNL define algunos aspectos claves para modelar de aquellas personas que usan estructuras más adecuadas y asertivas para manejar las situaciones de la vida diaria. Algunas de estas estrategias son:
Metaprogramas: Hay personas que ante un cambio ven una oportunidad para desafiarse y crecer, otros verán una amenaza a su integridad. Esto se relaciona con los filtros mentales o metaprogramas, que corresponden al proceso de seleccionar elementos específicos de la realidad ignorando otros, información elegida con la que finalmente interpretamos la realidad. Ejemplo de esto es el filtro “buscar/evitar”: hay personas que buscan o piensan en aquello que quieren obtener, mientras que otros se centran en aquello que desean evitar, ¿Cuál de estas personas crees que se estrazará más?. Así como este, hay una variedad de patrones de discriminación que van a determinar el carácter del pensamiento.
Submodalidades: Una de las estrategias más poderosas para tratar el estrés son las submodalidades, ya que a través de ellas podemos intervenir en la estructura misma del pensamiento. Cuando tenemos un recuerdo o le damos sentido al lenguaje cotidiano, mediante una imagen, un sonido o una sensación determinada, existen matices sensoriales, que hacen que estos pensamientos nos provoquen una sensación específica y con ella una serie de respuestas orgánicas. Por ejemplo, cuando alguien nos dice “esto se cae a pedazos”, a muchas personas les provocaría una sensación de angustia inmediata, ya que en su mente van a ver algo cayendo y rompiéndose, pero además, si esta imagen la ven como en una película en colores, muy grande, cerca o hay un fuerte sonido asociado a esa construcción mental, la frase va a tener una connotación más intensa de lo habitual y por lo tanto esa persona estará más propensa al estrés.
Estas son solo algunas de las estrategias con que la Programación Neurolingüística puede ayudarte a usar tu mente de forma más adecuada, para conseguir hacer los cambios que deseas de manera efectiva. Si alguien más lo puede hacer, tú también puedes, solo debes saber cómo.
Como hemos visto, el estrés tiene aspectos tanto positivos como negativos. Es por esto que, en primera instancia la clave es saber reconocer cuando el estrés que sientes es alto y por lo tanto se vuelve negativo y perjudicial para ti.
Cuando ya evalúas que tu salud se está resintiendo o que se está afectando tu calidad de vida, es prioridad hacerse cargo e implementar concretas modificaciones:
Toma el control sobre las representaciones mentales respecto al suceso disparador
No se trata de lo que te ocurra. Se trata del modo cómo percibes, interpretas, recuerdas y/o imaginas un hecho o suceso y finalmente, cómo esta decodificación afecta tu emoción y sensación.
Al recordar un acontecimiento o al interpretarlo, lo hacemos a través de las representaciones de los sentidos. Es decir, tú recuerdas, interpretas o imaginas un hecho según lo que ves, escuchas, sientes (sensaciones del cuerpo).
Dichas representaciones en Programación Neurolingüística (PNL) las llamamos modalidades. Cada modalidad (visual, auditiva y kinestésica) se completa con un conjunto de sutilezas, matices y características que se denominan submodalidades y sirven para estructurar una experiencia.
Por ejemplo, experimentas una tensión alta antes y durante una entrevista de trabajo. Piensas en la situación cómo “la” oportunidad que tienes para acceder a un trabajo y recuerdas esa experiencia anterior en la que el entrevistador fue distante, apático, mientras te temblaba la voz y te transpiraban las manos.
Tan sólo recordar dicho episodio, provoca que vuelvas a sentirte nervioso y ciertamente, estresado. La imagen (modalidad visual) recordada es en blanco y negro, estática, muy grande y en ella estás tú mirando a través de tus ojos (submodalidades visuales).
Una técnica efectiva para modificar las sensaciones y emociones asociadas a este hecho disparador, es cambiar las submodalidades por aquellas que te sientan más cómodo. En el ejemplo, piensa en la experiencia de entrevista pasada desagradable y agrégale color, ponle movimiento, reduce poco a poco su tamaño y obsérvate dentro de la imagen como en una película. Incorpora estas modificaciones poco a poco y hasta que los cambios te provoquen una sensación mejor. Podrás notar cómo tus sensaciones y emociones ante el recuerdo también cambian.
Cambia la interpretación del hecho
Todos solemos buscar el significado de las cosas que nos suceden. Y según el significado que le asignas a un hecho, es la emoción que te genera, influyendo en tu posterior conducta.
En PNL lo llamamos resignificación. Cambiar el sentido e interpretación de lo que te pasa, cambiará la forma en que estas representaciones te hacen sentir.
Adicionalmente, puedes manejar el estrés con las siguientes estrategias:
Reconoce y entiende tu estrés. Cada persona es única y cada experiencia es subjetiva, por tanto cada uno tiene modos diferentes de plantarse ante situaciones complejas. Y tú, ¿cómo actúas? ¿qué pensamientos tienes? ¿sabes cómo reaccionas?
Identifica la fuente de tu estrés. ¿Qué situaciones te provocan más tensión?, ¿el trabajo, la familia, los amigos, determinadas acciones (como por ejemplo tomar decisiones)?
Aprende a reconocer tus señales. Y así como cada persona reacciona diferente ante situaciones complejas, cada uno también experimenta de distinto modo el estrés. En lo que respecta a las emociones, puedes sentir desagrado, impaciencia, irritación, puede resultarte difícil emprender determinadas acciones, afectar tu fisiología como experimentar una mayor tensión muscular, falta de energía, cansancio, dolor de cabeza, etc. Evalúa tus propias señales de estrés.
Reconoce e identifica tu modo de manejar el estrés. Define si tu forma de manejo implica comportamientos no saludables como por ejemplo fumar, beber, gastar dinero en exceso. Algunas personas justifican estas acciones aludiendo a que les generan relajo. Otras, se percatan que conducen su vida equivocadamente a raíz de experimentar episodios estresantes reiterados.
Aprende e incorpora formas saludables de manejo del estrés. Por ejemplo realiza meditación, ejercicio físico, dialoga con otras personas que signifiquen un apoyo para ti, mantiene pensamientos positivos.
Ocúpate de tus pendientes. Mientras acumules y acumules cosas por hacer sin concretar, le asignas carga a tu mente que de todos modos afectará a tu energía mental, aunque no seas consciente de aquello.
Y lo más importante, cuida de ti. Aliméntate bien, duerme tanto como sea necesario para un óptimo descanso, bebe suficiente agua, realiza ejercicio físico regular, practica yoga, técnicas de respiración, ve de paseo y disfruta del aire libre, toma tus vacaciones, lee, escucha tu música favorita, disfruta de una película entretenida.
Estas y todas las acciones que incorpores a tu día a día en beneficio de tu mente y cuerpo, te proveerá de herramientas útiles para manejar correctamente las situaciones de tensión y presiones, favoreciendo tu calidad de vida, laboral, familiar y personal.